Flush es un cocker spaniel de orejas largas, cola ancha y unos «ojos atónitos color avellana». A los pocos meses de su nacimiento es regalado a la famosa poetisa Elizabeth Barrett. Flush se convertirá en su compañero inseparable y, posteriormente, en el cómplice de sus amoríos con el poeta Robert Browning, aunque primero debe superar la animadversión y celos que siente ante su afortunado rival… Virginia Woolf relató la historia del perro de Elizabeth Barrett con rigor biográfico, recreando una epoca tan impresionante como la victoriana y consiguiendo una de las obras más deliciosas de la literatura contemporánea. Como señala Quentin Bell, Flush no es el producto específico de un amante de los perros, sino una narración construida a partir del esfuerzo de ver el mundo a traves de la mente de un perro, un mundo dominado por los olores, las fidelidades y los deseos caninos.
Los sueños se vuelven cada vez más nítidos y aterradores y descubre la razón de sus gritos al despertar: la existencia en el pasado de una raza de extraños alienígenas, la Gran Raza, que desaparecieron de la Tierra hace eones debido a la venganza de una raza antigua que los Yith habían encerrado bajo la superficie de su avanzada civilización. Algunos miembros de la Gran Raza tenían la capacidad de mover su mente por el tiempo y el espacio. Consiguieron de esta forma recopilar el conocimiento de cuantas civilizaciones habían existido y existirían en el universo conocido, incluida la humana. De igual forma, el viaje astral les permitiría vivir eternamente en cualquier lugar del Universo. Nathaniel se siente sobrecogido por la posibilidad de que su mente hubiera sido trasladada al pasado de la Gran Raza mientras una mente Yith ocupaba su cuerpo para aprender de su sociedad. Estos pensamientos se van aclarando conforme sus sueños se van haciendo más claros y es capaz de ver la enorme biblioteca y archivo de la civilización Yith, sin embargo no cree en ellos más que como ilusiones.
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